segunda-feira, 20 de setembro de 2010

Un cuento de verano (II)

-Vaya chorrada de juego, colega, conociendo las aficiones de tu padre seguro que lo que le hubiera gustado ser es chuloputas, dijo Juande soltando una carcajada cuyo eco en las paredes de la vieja casona hizo que me sobresaltara al tiempo que daba un codazo de complicidad a Manolo, sentado a su lado y que ni siquiera se molestó en levantar la cabeza enfrascado como estaba en la árdua tarea de liarse un cigarro. Aquel verano nos habíamos aficionado a liarnos esos cigarros con aspecto de porro con el tabaco de liar que Manolo le cojia a su padre cuando este se descuidaba. Ello, junto al hecho de tener 16 años, dos años más que los demas, ya le había hecho merecedor de nuestra admiración y respeto.

-Mira que eres imbécil, dijo solícita Carmen mirando alternativamente a Juande con rabia y a mí con cara de disculpa pensando que a lo mejor me había molestado el comentario- Para que lo entiendas, anadio, se trata de adivinar lo que su padre habría querido ser, no tu vocación secreta, mamoncete!

Esa vez nos reímos todos al unísono mientras nos mirábamos sorprendidos ante la acidez de la lengua de Carmen, quien en los últimos dias había estado inusualmente callada y modosita. ("Estará embarazada?", habia bromeado Juande un día antes, "Qué va son cosas de mujeres, quien las entienda..." habia añadido Manolo con aire suficiente y experto).
Mientras celebrábamos la respuesta de Carmen, que por una vez había conseguido que Juande se quedara sin palabras, nuestras carcajadas se multiplicaron y expandieron por toda la casa, avanzando por sus oscuros pasillos y entrando en las silenciosas habitaciones llenas de polvo, pasando por alacenas y despensas llenas de telarañas donde hacía años que nadie más entraba, subiendo hasta el desván donde se amontonaban muebles viejos, armarios llenos de ropa y batas carcomidas, restos de armazones de camas, radios antiguas, alguna estufa arrumbada, herramientas oxidadas y olvidadas y cámaras donde colgaban las cuerdas que alguna vez se usaron para colgar melones y que a la luz mortecina de la bombilla me recordaban a la soga de un ahorcado en las raras ocasiones en que nos habíamos aventurado a jugar alli durante las horas muertas en que todo el mundo dormía la siesta.
Fue justamente en ese momento en que parecía que nuestras risas aún sonaban a pesar de que ya habíamos parado de reirnos - Alvarito aún con los ojos llenos de lágrimas y aguantándose con una mano la barriga como si se le fuera a caer mientras con la otra señalaba burlón a Juande, azuzándole para responder de la manera debida a Carmen- que percibimos un ruido diferente que nos hizo estremecernos y mirarnos los unos a los otros.

El eco de nuestras risas dejó paso, ahora de manera más nítida, a lo que parecía un llanto lejano que nos llegada como amordazado desde lo más profundo de la casa.

-"Qué cono es eso? Parece un gato maullando", dijo Juande de manera poco convincente e intentando parecer calmo mientras aprovechaba para acercarse a Isa, quien apoyada contra la pared, no había podido evitar soltar un pequeño gritito.

-"Ehh, no te me la apalanques, chaval," le dijo Alvarito asumiendo el rol de defensor de la honra familiar, "Que te veo venir! "añadió dándole un empujón de broma, como intentando alejarlo de su prima.

-Oye guapo, que a mi no me hace falta que me defiendan, protestó esta al tiempo que se apartándose de la pared se acercó desafiante a Juande, además, "Y si a mi me gusta que se me arrime, que? Acaso vas a correr a decirselo a mis padres?" Andaa ya...so niñato!

"Calma todos," dije haciendo una señal con la palma de la mano y dirigiendo la mirada hacia el techo como tratando de localizar el origen del supuesto maullído que parecia haber parado.
"Para vuestra información, dije tras unos segundos de silencio, y visto el poco éxito de mi juego, mi padre siempre ha dicho que le hubiera gustado ser mayordomo, de esos de las casas victorianas inglesas con uniforme de librea y guantes blancos..." expliqué en un intento por retornar a la normalidad y continuar con el juego.

-"Criado, ya le vale " me interrumpió Isa -"Yo para nada iba a querer ser la chacha de nadie, no te jode, a buenas horas! dijo ella con su finura habitual en un intento por continuar con la conversación aunque todos parecíamos estar más pendientes del extraño ruido que en lo que estaba diciendo.
"No te engañes, mona", le dijo Carmen, al fin y al cabo todos somos criados de alguien, la única diferencia es que por lo menos esos lo tienen claro y no se engañan.

-"Así se habla", celebró Manolo dejando de lado el cigarro tras conseguir finalmente liarlo, " Esta chica promete, ya lo creo!"

Afuera, los relámpagos con sus truenos cada vez más seguidos nos anunciaban que la tormenta que se cernia sobre el pueblo se aproximaba rapidamente como con ganas acumuladas por descargar el agua que no habíamos tenido desde el comienzo del verano, segun los comentaristas, uno de los más secos de la ultima década. El sonido de la lluvia cayendo con fuerza redoblada nos llegaba a través de la ventana enrejada que daba a la calle. Una figura oscura paso corriendo y chapoteando intentando cubrirse la cabeza con lo que parecian los restos de un periodico hasta desaparecer de repente en uno de los portales vecinos. A pesar de que no debian de ser mas de las 8 de la tarde la oscuridad en la que se veia inmensa la calle tras el apagon hacia que pareciese noche cerrada.
"A este paso las alcantarillas no van a dar abasto", dije mirando hacia la calle y señalando los ríos de agua que bajaban por las aceras arrastrando con fuerza todo tipo de papeles y desperdicios.
En ese momento se oyo de nuevo el llanto. Solo que ahora se le podia oir con mucha mas fuerza, como tratando de imponerse al ruido de la lluvia.

Esta vez el silencio entre nosotros fue inmediato y con un escalofrio dirigimos todos al unisono la mirada hacia el pasillo donde al fondo se veia, como una boca negra y oscura, la escalera que accedía a las plantas superiores. Isa se levanto de un respingo y estremecida se apretó a Juande ante la mirada de Alvarito quien esta vez optó por no decir nada.
- "Ni de coña es eso un gato" dije yo, "Más bien parece un niño o una vieja llorando..."

-"Basta ya, Ramón, que me estas poniendo los pelos de punta", me gritó Isa, cada vez más nerviosa.
-"Es verdad", dijo Juande aprovechando para atraerla mas hacia sí y apretarla un poco, "Eso no puede ser ningún animal, creo que deberíamos subir e investigar un poco" dijo con aire gallito y buscando con la mirada a alguien entre nosotros que le secundara.
Tras una breve deliberación en la que discutimos la necesidad o no de subir a buscar el orígen del extraño llanto, que cada vez era más audible y parecía querer llamar nuestra atención, Manolo, quien hasta ese momento habia estado mas pendiente de su pseudo-porro que de la conversacion, se ofreció a quedarse en la sala junto con Isa, quien ya había dejado bien claro que ni loca iba ella a ponerse a buscar por la casa a la luz de las velas como si se tratase de una pelicula de terror. Como Carmen decidiera que ella se quedaba para hacerles compania, solo quedamos Juande, Alvarito y yo para subir y registrar la casa.
Alvarito, como dueno y senor desde que su abuela muriera en su cama en aquella misma casa en la que nos reuniamos para jugar dos anos atras, fue el encargado de abrir la comitiva.
Armados cada uno con una vela que sujetabamos en botellas vacias de Coca-Cola, empezamos a caminar por el pasillo con la intención de explorar primero los dormitorios del primer piso para continuar despues por el desván. Tras llegar al primer rellano y desde la puerta que daba al cuarto de la abuela, sin querer adentrarnos demasiado, la poca iluminacion de las velas no devolvio la imagen oscura de la vieja cama, el enorme baul a su lado donde guardaban las sabanas y mantas, el armario de 3 hojas cuyo espejo nos devolvio, sobresaltandonos por un instante, nuestras imagenes a la luz de las velas y la percha con varias chaquetas colgando y lo que parecia un sombrero.
Tras la breve inspeccion y como que el llanto parecia provenir de la parte superior de la casa nos dimos por satisfechos y en lugar de inspeccionar las demas habitaciones decidimos seguir por el pasillo en dirección hacia la puera que daba acceso al desván.
A través de la puerta de madera el llanto se podía oir com mucha más fuerta, como si quien quiera que fuera que estaba al otro lado supiese que estábamos cerca y nos estuviera invitando subir. Alvarito se aproximo y tras mirarnos como buscando aprobacion, descorrio vacilante los dos cerrojos. En el mismo momento en que la puerta del desván comenzo a abrirse con un chirriar oxidado, el llanto paró de repente.
-Joder, me cago de miedo, exhalo a mi lado, Juande.