sexta-feira, 17 de dezembro de 2010

Diciembre, sí

Acabada la cena de confraternización, es el último viernes antes de Navidad y las copas con todos los del trabajo nos sueltan la lengua y nos reimos con caipirinhas y cigarros mentolados y ante nosotros se abre un mar de luces y unas vistas privilegiadas junto a las torres de telecomunicación iluminadas de la Avenida Paulista a las que saludamos ebrios desde la terraza del bar en el piso 30 del hotel Intercontinental, al que por eso llaman The View.
La semana de trabajo y reuniones por fin acabada, los 12 meses de trabajo que culminan, una vez más, en crecimiento y metas alcanzadas, y gráficos de market share con lineas ascendentes y que resultan en bonificaciones y comisiones que llueven como todos los trimestres y que me facilitan una vida que se pasa y que no para y pienso que soy afortunado y llego a casa entre alegres vapores etílicos y me ducho para quitarme el olor a cigarros mentolados de marca L.A y por algún motivo no tengo sueño, a pesar de que son las 2am y a pesar, como ya te dije, creo, de que ha sido un día intenso de reuniones sesudas y mucha planificación y análisis del año, y me tumbo con mi Mcbook Air y abro la página del youtube y por algún motivo opto por una sesión nostálgica con viejos videos de Peor Impossible (primero Susurro, después Peligro) y vuelvo a mis 15 o 16 años, y duele la nostálgia porque te recuerda lo que nunca volverá y continuo con Golpes Bajos nomiresalosojosdelagente (siempre mienten) y con Radio Futura y aparecen más fantasmas y se os ve aún tan jovenes, Coppini, Bozzini, Berlanga, imberbes y provocadores, aún no han llegado las notícias de sobredosis en tristes portales oscuros ni el SIDA se ha cebado en sus cuerpos delgados y son alucinantemente modernos, lo llamaban la Nueva Ola, y era lo más. Y no había un planeta más vibrante que el que Tocata y Aplauso nos enseñaba todo martes por la tarde, después de volver de clase. Y fumábamos Pall Mall o Royal Crown porque parecía sofisticado, definitivamente mejor que los apestosos Ducados y A Santa Compaña espantaba con su procesión de ánimas, almas en pena de todos los que un día habríamos de morir.
Como es posible que en menos de una semana estaré contemplando las mismas paredes del cuarto en que escuché esas canciones por primera vez en la radio fórmula con el cassette listo para grabarlas si es que el locutor no corta la canción y será como siempre, como si nunca hubiera salido y pensaré que el tiempo no existe y que sigo en el mismo lugar y estoy a salvo porque por muchas vueltas que de y por muchas millas del programa Advantage Gold de American Airlines que acumule, siempre acabo por volver a casa, como el hijo del padre pescador de aquel anuncio de turron de la Jijonenca. Tan solo cambian los decorados.