terça-feira, 22 de dezembro de 2009

La musa del niño ñoño

La musa, esa esquiva amante que aparece y desaparece a su antojo sin dar ningun tipo de explicación. La muy golfa va y se me cuela en los momentos mas inoportunos. Hoy, por ejemplo, se me ha presentado mientras dormía, nada menos que a las cuatro de la manana.
Me encontraba paseando tan tranquilo por una ciudad que tan sólo existe en mis sueños y que suelo visitar con frecuencia cuando no tengo nada mejor que hacer. Me veía paseando por su centro y disfrutando de las calles decoradas con motivos navideños y sorprendiéndome de lo diferente que se veía la ciudad con ese aspecto invernal tan distinto al de las otras veces en que la he visitado. Una ciudad sin nombre cuyo plano, a pesar de no existir ni aparecer en mapa alguno, podría dibujar mentalmente. A veces mis pasos me llevan hasta un barrio más moderno situado en las afueras donde aparentemente tengo un piso y en el que cada vez que voy me sorprendo con el avance de alguna construcción. Y es que en ese barrio se ha construído mucho en los últimos tiempos.
La susodicha inspiración no entiende de horarios ni de consideración. Es por eso que suele resultar tan inoportuna como las visitas que nos hacía Angelita, nuestra antígua vecina de cuando aún vivíamos en la calle Puerto Rico y que años después de habernos mudado de piso y de barrio aún continuaba visitándonos. Solía dejarse caer los sábados a media mañana cuando nos encontrábamos en pleno zafarrancho de combate, es decir, la limpieza de la casa. Y es que los sábados era la parte de la semana dedicada a poner orden. Ese dia atacábamos cada uno una parte específica de la casa que previamente había sido dividida en sectores. La ofensiva era coordinada por un alto mando compuesto por mi padre y por mi madre, quien armada por la Vaporetta iba dando, en su avance, instrucciones a la infantería dotada de paños y bayetas, limpiacristales y sprays variados al cinto listos para la acción dependiendo de la superfície a limpiar (superfícies de madera, mármol o cuero). Mientras nos afanábamos por terminar la tarea al ritmo de Rimsky-Korsakov y otros compositores rusos, sonaba de repente el timbre de la calle que presagiaba una visita no anunciada, y a continación aparecía Angelita siempre acompañada por su hijo Manolo, un buenazo que sufría de hidrocefália y que nos traía siempre caramelos, pero cuya cabeza desproporcionada me horrorizaba y me provocaba instintivamente rechazo. La cruel sinceridad de los niños.
Pues como decía, no he tenido más remedio que recibir a tan inoportuna visita a pesar de lo intempestivo de la hora. Me ha obligado a levantarme y arrastrarme hasta la sala, encender el ordenador y prepararme un té en el microondas mientras lentamente se van abriendo las aplicaciones y se establece la conexión para acceder al blog. De cualquier manera no habría podido continuar durmiendo pensando que cuando fuera a levantarme más tarde habría perdido la inspiración.
Por desgracia para mi afición literaria (y por suerte para mi equilibrio emocional) cuento con la enorme desventaja de haber tenido una infancia feliz. Ya es sabido que una infancia maltratada es filón inagotable para las mas creativas e ingeniosas obras de arte. La influencia de recuerdos perturbadores acaba siempre por manifestarse de manera consciente o subconsciente sobre el artista, sea escritor o artista plástico. La impecable felicidad en mi infancia, de la que culpo principalmente a mis padres, me excluye inevitablemente del Parnaso de genialidad creativa al que únicamente pueden acceder las mentes torturadas por recuerdos y experiencias marcantes en momentos decisivos de su formación.
Y conste que yo hice todo lo que buenamente estuvo a mi alcance para evitar caer en el horror de la normalidad. Prueba de ello es que en la mayoría de las fotos en las que salgo de pequeño o estoy llorando o estoy enfurruñado. Se me ve siempre a un lado o apartado de los demás niños, que eran normalmente hermanos o primos, ya que amiguitos, lo que se dice amiguitos, había pocos. El ojo atento de un psicólogo infantil lo interpretaría como señal prematura de inadaptación, sin embargo yo sé que no era más que un intento consciente por destacarme y recibir, a través de mis pataletas, la atención especial de la que sin duda era merecedor y que jamás consentiría en dividir con los demás.
Lo cierto es que por muchos delírios que uno tenga, la realidad acaba por imponerse. En una inútil tentativa por diferenciarme, recuerdo que incluso hice lo posible por convertirme en zurdo, peculiaridad que envidiaba en otros niños y que a mis ojos era el colmo de la sofisticación. Con mucha voluntad y determinación me puse a practicar pacientemente con los cuadernos Rubio de caligrafía para aprender a escribir con la mano izquierda. De poco me sirvió la habilidad innata para el dibujo que ya me había hecho merecedor de más de un sobresaliente en la asignatura de expresión plástica y que sin embargo, no consiguió que las letras resultantes pasaran de torpes garabatos cuyo trazado un mono borracho y con Parkinson habría conseguido mejorar.
Como en la vida no todo son frustraciones y siempre hay una de cal y otra de arena, poco tiempo después se me diagnosticó durante un examen rutinario del colegio una levísima dislexia que me llevaba a confundir las b con las d y las p con las q.
Sin duda un premio de consolación que me llenó de satisfacción y orgullo por saberme diferente.

domingo, 13 de dezembro de 2009

De perlas y cagarrutas

Muchas mañanas al ducharme me da por pensar en el post publicado la noche anterior. Sobre todo en las ocasiones en que su redacción y corrección me mantuvo ocupado hasta bien entrada la noche, como es el caso del último post.
Ocurre que con frecuencia me sobreviene la triste convicción de que todo lo escrito hasta la fecha, y muy a pesar de mis esfuerzos y perfeccionismo, es, por decirlo en plan fino -y de paso aprovechar para usar una expresión típica de estas tierras- pura bosta.
En esos momentos quedan muy lejos los efectos de la descarga de adrenalina con la que mis neurotransmisores me premian habitualmente un trabajo bien hecho. Sustancia que me proporciona, además de un ego inflado, una satisfacción íntima y un inmenso orgullo por el deber cumplido y que, junto a sus primas-hermanas la Endorfina y la Serotonina, contribuye a atenuar y calmar la sensación de falta de propósito en una vida, la mía, que dicho sea de paso, prometía mucho más de lo que terminó siendo.
Con el paso de las horas, las beneficiosas propiedades de estas queridas aliadas, las mismas que la noche anterior habían hecho posible considerar cada frase escrita como si de auténticas perlas se tratara -perlas cultivadas en la protección de la ostra, formadas pacientemente a base de secreciones compuestas por partes iguales de catarsis, sinceridad y desesperación-, pierden efecto al ser asimiladas por mi organismo, y como un ejército atemorizado ante un enemigo mucho más poderoso, inician una retirada desordenada que va dejando a su paso un reguero de frustración y una tibia sensación de fracaso.
Me encuentro desnudo en la ducha, inmóvil bajo el agua cada vez más fría, con la cara levantada y apretando con fuerza los ojos, haciendo frente al chorro de agua que arranca con su presión -la muy hijaputa - lo poco que quedaba de mi sueño. A modo de flashes inconexos me viene a la mente todo lo escrito durante la noche anterior mientras los últimos vestígios de aquel lejano subidón nocturno son arrastrados sin piedad por la fuerza del agua hasta desaparecer definitivamente por el sumidero junto con las células muertas de mi piel y las últimas legañas. Y en ese momento me estremezco al pensar que todos estos posts no son más que diminutas cagarrutas lanzadas sin pudor al vacío, como aquellos simpáticos montoncitos de Conguitos procedentes de los apretados esfínteres -no me acuerdo si eran de ovejas o de cabras- que de niños evitábamos pisar durante nuestro ascenso al monte Arañas. Detritus discretamente evacuado a lo largo de todos estos meses que convientemente recogido y amontonado cumpliría su función ecológica como abono natural.

sábado, 12 de dezembro de 2009

Anette

Por la programacion semanal que me llega puntualmente por email y que me pone al dia de las actividades semanales que van a tener lugar en la CIP (la Congregacao Israelita Paulista, de la que soy socio), sinagoga que combina la tradicion conservadora-masorti con la progresista y que frecuento todos los shabbats (la placa conmemorativa de la entrada informa que fue fundada por judios alemanes el mismo ano que estallo la Guerra Civil espanola), me entere de una conferencia que iba a dar una profesora de la USP y colaboradora del Yad Vashem Museum de Jerusalem con el sugerente titulo de Porque el Holocausto es Paradigma de Barbarie en el S.XX.
Conociendo mi interes por todo lo que tenga que ver con la Shoah (como asi llamamos los judios al intento fallido de exterminio y erradicacion de la faz de la Tierra de todo un pueblo y su cultura) raudo me programe para no perderme esa cita.
La conferenciante, que resulto ser una joven y atractiva historiadora alemana, a pesar de su nombre y apellidos nada germanicos (su padre, brasilero, se habia casado e instalado en Berlin), espero unos minutos para iniciar la conferencia mientras iba llegando el publico que por causa de las lluvias torrenciales de ese dia -que causaron inundaciones y caos por todo el Grande Sao Paulo- iba llenando el pequeno auditorio.
Al poco de entrar en la sala y dirigirme, como de costumbre, a una de las primeras filas, me encontre con Pete, el director de la agencia de publicidad con la que trabajamos ocasionalmente y que conocia apenas de algunas reuniones y eventos. Pete, ademas de publicitario, estaba muy involucrado en la organizacion de la Marcha de la Vida que acontece todos los anos y en la que participan jovenes judios de todo el mundo. Durante 10 dias visitan los campos de exterminio antes de continuar viaje a Israel. El ano pasado publico un libro de fotografias que recoge sus impresiones durante su ultima visita a los campos de Auschwitz y Birkenau (sus abuelos eran judios polacos que habian conseguido emigrar a tiempo) asi como a ciudades como Cracovia y Lodz, importantes centros urbanos que en su dia habian contado con vibrantes comunidades y de las que hoy unicamente quedaban sinagogas convertidas en museos y tiendas de souvenirs para turistas, en su mayor parte judios americanos nostalgicos en busca de sus raices. Me comento que estaba trabajando en un nuevo proyecto que le llevara en los proximos meses a visitar varios museos de New York y Washington.
Mientras Anette iniciaba la conferencia ante un publico bastante heterodoxo formado por estudiantes, amas de casa, algun que otro academico y jubilados (en la primera se encontraba un grupo de 4 senoras de edad avanzada medio sordas que la interrumpian constantemente con preguntas y comentarios). A poca distania de ellas, asistia en silencio y con gran atencion un anciano del que despues supe, por Pete, se trataba de un autentico superviviente de uno de los muchos campos menores diseminados por toda la Europa Oriental. Campos menos conocidos pero no menos letales y que no cuentan con la fama y el reconocimiento mundial de Auschwitz.
Ella tambien es convertida, me dijo en un momento Pete, que habia tomado asiento a mi lado, mientras Anette proseguia con la conferencia. Ademas es como tu -anadio en un tono de complicidad- ella tambien se convirtio por conviccion y no por noviazgo ni porque quisiera emigrar a Israel. No pude evitar sonreir al visualizar por un momento a Yente, la entrañable matchmaker del Violinista en el Tejado, con la cara y la barba de Pete, sentada junto a mi en aquel auditorio.
Una vez terminada la conferencia, Pete, insistio en presentarnos y propuso ir a comer una pizza en uno de los multiples restaurantes que se encuentran cerca de la Avenida Paulista, centro bohemio por excelencia y frecuentado por jovenes y estudiantes los fines de semana.
Tras varios intentos en los que buscamos algun lugar sin mucho ruido, acabamos decidiendonos por entrar en una pequena pizzeria sita en la vecina rua Augusta donde se podia conversar con tranquilidad. Tras varias caipirinhas que ayudaron a vencer la timidez inicial, nos vimos enfrascados en una conversacion fluida que nos mostro cuanto teniamos en comun. No solo los dos habiamos estudiado en Alemania sino que compartiamos la misma pasion y entusiasmo por el Judaismo, pasion que para un judio de nacimiento com0 Pete era dificil de entender. Conversamos hasta pasada media noche sin darnos cuenta del paso de las horas. Cuando finalmente Pete propuso llevarla para casa, pues estaba preocupado por si cerraba el parking donde habia dejado su coche, tanto Anette como yo nos sentiamos felices y exultantes por habernos encontrado con un autentica alma gemela.
Le comente sobre mis dudas existenciales y acerca de lo fuerte que me habia pegado la llamada crisis de los 40, crisis en la que llevaba inmerso ya varios meses replanteandome el rumbo que quiero tomar en mi vida y que podria implicar grandes cambios a corto y medio plazo. Entendio como pocos mi deseo irracional por dejarlo todo, trabajo, casa y pais e irme a pasar una temporada en Israel para aprender definitivamente hebreo y sumergirme en mi cultura y tierra de adopcion. Ella, muy sensatamente me ha recomendado de momento hacer cursos de especialidad en la Universidad y dedicar mi tiempo extra y energias al estudio de temas que realmente me interesan. Cuestiones como la Diaspora, el Ladino, el judeocatalan, la Inquisicion Espanola, los "marranos", las comunidades perdidas sefardies y muchos otros temas para cuyo estudio sin duda encontraria apoyo por instituciones o universidades.
Por muy cursi que suene, se podria decir que este ano Hanuka, nuestra fiesta de las luces, me trajo un regalo inesperado, una luz nueva que sin duda espero me ilumine para enfrentarme a las decisiones que tengo ante mi. Chag Hanukka Shameach!