domingo, 13 de dezembro de 2009

De perlas y cagarrutas

Muchas mañanas al ducharme me da por pensar en el post publicado la noche anterior. Sobre todo en las ocasiones en que su redacción y corrección me mantuvo ocupado hasta bien entrada la noche, como es el caso del último post.
Ocurre que con frecuencia me sobreviene la triste convicción de que todo lo escrito hasta la fecha, y muy a pesar de mis esfuerzos y perfeccionismo, es, por decirlo en plan fino -y de paso aprovechar para usar una expresión típica de estas tierras- pura bosta.
En esos momentos quedan muy lejos los efectos de la descarga de adrenalina con la que mis neurotransmisores me premian habitualmente un trabajo bien hecho. Sustancia que me proporciona, además de un ego inflado, una satisfacción íntima y un inmenso orgullo por el deber cumplido y que, junto a sus primas-hermanas la Endorfina y la Serotonina, contribuye a atenuar y calmar la sensación de falta de propósito en una vida, la mía, que dicho sea de paso, prometía mucho más de lo que terminó siendo.
Con el paso de las horas, las beneficiosas propiedades de estas queridas aliadas, las mismas que la noche anterior habían hecho posible considerar cada frase escrita como si de auténticas perlas se tratara -perlas cultivadas en la protección de la ostra, formadas pacientemente a base de secreciones compuestas por partes iguales de catarsis, sinceridad y desesperación-, pierden efecto al ser asimiladas por mi organismo, y como un ejército atemorizado ante un enemigo mucho más poderoso, inician una retirada desordenada que va dejando a su paso un reguero de frustración y una tibia sensación de fracaso.
Me encuentro desnudo en la ducha, inmóvil bajo el agua cada vez más fría, con la cara levantada y apretando con fuerza los ojos, haciendo frente al chorro de agua que arranca con su presión -la muy hijaputa - lo poco que quedaba de mi sueño. A modo de flashes inconexos me viene a la mente todo lo escrito durante la noche anterior mientras los últimos vestígios de aquel lejano subidón nocturno son arrastrados sin piedad por la fuerza del agua hasta desaparecer definitivamente por el sumidero junto con las células muertas de mi piel y las últimas legañas. Y en ese momento me estremezco al pensar que todos estos posts no son más que diminutas cagarrutas lanzadas sin pudor al vacío, como aquellos simpáticos montoncitos de Conguitos procedentes de los apretados esfínteres -no me acuerdo si eran de ovejas o de cabras- que de niños evitábamos pisar durante nuestro ascenso al monte Arañas. Detritus discretamente evacuado a lo largo de todos estos meses que convientemente recogido y amontonado cumpliría su función ecológica como abono natural.

Um comentário:

  1. bueno... ya me conoces muy bien y sabes q siempre encuentro lo que quiero o q busco. Y...aqui esta - su blog! cuanta historia y cuanta cosa se ha pasado en los ultimos meces en su vida, jose!
    Leer sus palabras y tambien un poco de la descricion del tiempo q nos quedamos juntos mucho me alegra. Lo q pasó, ahora solo es parte de un pasado q guardo en mi corazón. Cuidate y q tengas mucha suerte en sus pasos futuros.
    Luca

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