sábado, 27 de março de 2010

Manana del sabado II

El ruido del agua de la ducha entra en la habitacion por la puerta abierta. Estoy tumbado en la cama, en esta manana perezosa de sabado, entregandome placidamente a la modorra y al relajante efecto del sonido del agua al caer.
Teniamos la intencion de levantarnos pronto aprovechar la manana. Matt queria que fueramos a una papeleria especializada en productos para arquitectos y disenadores que esta en el centro, cerca de la plaza de la Republica y comprar papel y material que necesita para sus clases hasta que la tarjeta de credito de sus padres echara humo.
Aunque hoy es 27 de marzo del 2010 y estoy en Sao Paulo, Brasil, en realidad esta manana de sabado es la misma que tantas otras mananas de sabado ya pasadas. Al otro lado de la ventana que da a la calle podria perfectamente verse las calles de Streatham, el tranquilo barrio residencial de clase trabajadora y arbolado del sur de Londres donde vivi los ultimos anos y podria tambien ser que no estemos en el ano 2010 sino en el 2003. La persona que que hace apenas unos minutos yacia a mi lado y ahora se esta duchando y cuyo canturreo me llega entremezclado con el ruido de la ducha y el de la calle podria no ser Matt sino Lucas o incluso Reno.
Podria tambien ser que estamos en 1997 y el sol que entra por la ventana es el sol matutino que inundaba mi cuarto en el apartamento alquilado de la calle de Maestro Sosa de Valencia. El sol valenciano que se va colando por la ventana y que avanza por encima de las sabanas conforme pasan los minutos hasta acariciar mi piel mientras continuo tumbado en la cama esperando a que Santi salga de la ducha. Si, estamos en 1997 y tengo 27 anos y estoy viviendo mi primera tentativa seria de relacion estable.
Todas las mananas de sabado tiene un algo en comun. Un algo que las convierte en secuencias de una misma manana.

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