quinta-feira, 3 de junho de 2010

Fuego

Poco antes de las 4 am me despierta el sonido del interfono de la cocina. Se trata de Antonio, el portero, que me avisa que hay fuego en el edificio y tengo que salir del apartamento. Aun con las imagenes de mi ultimo sueno disipandose ante mis ojos, hormigas que tomaban al asalto el pan guardado en una bolsa de plastico y que estaba reservado para una comida familiar, me asomo torpemente a la ventana del dormitorio que da a la fachada principal. Incredulo, me encuentro ante dos camiones de bomberos y unas 50 personas vestidas apenas con pijamas y chandales que parecen mirarme expectantes. Tomando consciencia del olor a plastico quemado que comienza a entrar por el apartamento, busco de manera precipitada en el armario algo de ropa de abrigo y empiezo a buscar, cada vez mas frenetico, las llaves de la casa.
Recordando las recomendaciones y lecciones aprendidas en El Coloso en Llamas y otros filmes catastroficos de los 70, decido evitar el ascensor (cosa facil cuando vives en un 2. piso ) y optar por las escaleras a las que da la puerta de servicio. En el rellano me recibe un olor a quemado mas intenso y no puedo evitar sentir un subito pavor. Sera que llego mi dia, me pregunto mientras incio mi huida hacia la salvacion, sera que hoy, vestido de guisa tan poco heroica, caere vencido por el monoxido de carbono y mi cuerpo sera devorado por las llamas en mi fallido intento por salir y unirme a mis vecinos que ya se encuentran a salvo en la calle?
Con la velocidad que me permiten las chanclas Hawainas alcanzo en cuestion de segundos el patio de entrada y unirme al grupo de somnolientos vecinos que comentan en voz baja la situacion. Un grupo heterogeno formado por vecinas con redecillas y bigudis que abrazan sus yorkshires aun estremecidas por el sobresalto y el frio de la madrugada, el gordo de gafitas que me encuentro siempre en el ascensor y que por algun motivo indefinido, sospecho que trabaja en un banco, el chino y la china del sexto con su hija dormitando en los brazos, indiferente a la casi-tragedia.
Escucho comentarios que me ponen al par de la situacion, Por lo visto el fuego se inicio en la sauna del gimnasio situado en el entresuelo, a apenas unos metros de mi apartamento.
Los bomberos entran y salen por la puerta del garaje con sus trajes ignifugos y mangeras bajo la mirada entre aprensiva y expectante de los vecinos. En los edificions colindantes se ven luces encendidas desde donde los curiosos, despertados por el sonido de las bombas de agua de los camiones de bomberos, asisten al espectaculo desde la seguridad de sus balcones.
Apenas un cuarto de hora mas tarde, Antonio, el portero y responsable maximo por la seguridad de los habitantes de la colmena, nos informa que podemos volver a la cama, que el fuego ya ha sido apagado y que todo esto no va a pasar de un pequeno susto. El anuncio es recibido entre risas nerviosas de vecinos alividaos. Al final todo va a quedar apenas en una anecdota que podremos contar al dia siguiente en la oficina. Diligentemente volvemos a nuestros respectivos apartamentos mientras los bomberos inican su honrosa retirada con la satisfaccion del deber cumplido. En cuestion de minutos la calma ha vuelto al numero 943 de la rua Canario.
Mientras unos vuelven a sonar con hormigas que invaden panes otros se enfrentan de nuevo a escenas de pesadilla que seran incapaces de reproducir por la manana por miedo a ser incapaces de funcionar con normalidad.

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