domingo, 10 de outubro de 2010

Lima, Perú

El avión de TAM posó con suavidad en el aeropuerto de Lima tras un vuelo de 5 horas de las cuales la mayor parte me lo pasé sentadito junto a la ventana sin apenas dormir a pesar de haberme levantado a las 5 am y sin poder moverme por causa del vecino de asiento que durmió durante casi todo el viaje.
En el taxi, camino de la ciudad converso con Jorge, guía turístico y taxista en sus ratos libres quien me cuenta la cantidad de cosas que Fujimori hizo por el país y comenta la gran injusticia que supone que lo hayan metido en la carcel, trato injusto para alguien que se sacrificó tanto por el Perú. Como es lógico, me abstengo de exponer la pésima imagen que tenemos del Chino fuera de su país.
Tras atravesar el barrio de Callao y bordear la ciudad por el famoso malecón donde unos chicos hacen surf y otros lo sobrevuelan en para-gliding, el mismo malecón del que hablaba Vargas Llosa en Los Cachorros, pienso entusiasmado, llegamos al Hostal Killany, situado en la Avenida Reducto en el corazón del bonito barrio burgués de Miraflores.
Lo primero que me sorprende de Perú es la amabilidad de las personas con las que trato, no se si porque les gustan los extranjeros, mi acento o porque por sus venas aún corre la legendaria docilidad de los indios.
También me sorprenden los libros distribuidos gratuitamente por la asociación de editores del país que encuentras en las mesas de los bares y restaurantes y que no pueden ser vendidos ni comprados. Simplementes los dejan en las mesas para que te lo lleves y lo leas y después lo vuelvas a dejar en cualquier otro lugar.
Callejeando sin rumbo por el centro histórico de Lima (por algún motivo que desconozco, lleno de imprentas, talleres y gráficas), encuentro finalmente una calle con varias librerías de viejo.
Como ocurre con la mayor parte de las librerías de viejo en todos los lugares del mundo, las obras de autores célebres y consagrados se codean con libros y tratados de autores desconocidos donde nunca falta el Mein Kampf o el libelo antisemita Los Protocolos de Sion en que se denuncia la perfidez de los judios y sus contubernios para controlar el mundo. El vendedor, que se percata de mi interés por el tema al verme ojear este último, me pregunta que de donde soy. Al decirle que soy español desaparece por la trastienda para aparecer unos segundos después con un libro de fotos de las principales juderías de España. Me pregunta si aún quedan judíos en España y me cuenta como después de la II Guerra Mundial el gobierno peruano les negó la entrada (cosa que no hizo con los chinos, añade con un gesto como de sorpresa y resignación).
Igual que les ocurre a las fashion victims con sus compras compulsivas en los outlets yo soy incapaz de salir de una librería con las manos vacías. A pesar de abundar las ediciones de todas las obras de Vargas Llosa, me decido por el antepenúltimo libro de Jaime Bayly al que hace años que tenía abandonado así como una recopilación de cuentos de Cortázar de la que nunca había oído hablar. Borges, que era ciego, decia que se imaginaba el cielo como una gran biblioteca donde pasaria el tiempo leyendo. Yo, que lo primero que hago al llegar a una ciudad por primera vez es perderme por sus calles y buscar librerias, a ser posibles de libros usados y raridades, en cuanto comienzo a husmear entre los volúmenes y revistas atrasadas amontonadas empiezo a ser atacado por la rinitis y la sinusitis que me provoca mi alergia a los ácaros del polvo. Una auténtica cabronada. Menos mal que nunca viajo sin mi capsulita de Rinoebastel que siempre llevo conmigo y que reservo para casos extremos y cuyo tacto al meter la mano en el bolsillo me da automaticamente peace of mind. Si existe un Dios sin duda tiene un sentido del humor muy extraño.

Mañana salgo en autobús con destino a Nazca (7 horas de viaje, 450 kms de polvorientas carreteras por el desierto) donde sobrevolaré las míticas líneas de Nazca en una avioneta. Como será mi último día entero en Perú tendré que hacer la ida y la vuelta en el mismo día lo que implica levantarme a las 330 am para cojer el bus de las 4am y llegar, tras más de 7 horas al mediodía. Sin duda, valdrá la pena...

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