terça-feira, 18 de agosto de 2009

En Natal siempre es Navidad

Viajo mas que el baul de la Piquer. Invitado por nuestro distribuidor de Salvador de Bahia, me encuentro de tournee por el Nordeste de Brasil junto con representantes de otras empresas de tecnologia. Participamos de eventos donde se presentan las novedades y damos trainings de capacitacion a los vendedores de las cadenas de tiendas que venden nuestros productos informaticos. Lo bueno de tener este trabajo no es solamente que terminas haciendo turismo gratis sino que tambien te alojas y comes en los mejores hoteles y restaurantes, y eso, queridos, no tiene precio. En las varias ciudades que visitamos se repite la misma programacion. Por la manana hacemos las presentaciones para los vendedores y por la noche invitamos a cenar a los duenos de las empresas en la mejor churrascaria de la ciudad. Durante la cena, precedida de una breve presentacion de 20 minutos de cada representante donde comentamos lo felices que estamos de estar en su linda ciudad mientras aprovechamos para presentar alguna novedad que sea de su interes, nos mezclamos y alternamos con los clientes. A todos nosotros, profesionales jovenes y bien pagados por nuestro tiempo pasado fuera de casa -aunque nunca lo suficiente- se nos da bien entablar conversacion y amenizar la velada como si fueramos un selecto grupo de putillas de club de alterne de lujo. Es una formula que nunca falla. Todo sea por agasajar al cliente, claro. Logicamente, el hecho de ser extranjero, gringo para mas senas, confere un valor exotico a mi presencia aqui. Exotismo que se pone de manifiesto en cuanto abro la boca para iniciar mis presentaciones de power-point. Es sin duda un aliciente anadido que nuestro distribuidor regional quiere explotar.
En Brasil, y sobre todo, en esta parte remota del pais, y como no hace mucho en Espana, aun se piensa que todo lo que viene de fuera, principalmente del llamado primer mundo, es mucho mejor que lo nacional. Pensando en mi experiencia laboral tanto en Alemania como en Inglaterra, pienso para mis adentros en cuan equivocados estan. Ese mito del europeo trabajador y emprendedor que tanto se admira desde este lado del oceano nunca lo he visto confirmado. Mas bien al reves. Por ejemplo, yo nunca habia visto gente mas vaga que cuando comenze a trabajar en Alemania durante mi epoca de estudiante de Filologia Alemana en Mainz a mediados de los anos 90. Durante esos tres anos compagine mi estudios con un trabajo a tiempo parcial en el mostrador de check-in de varias companias aereas en el aeropuerto de Frankfurt. La mayor parte de mis companeros, muchos de ellos alemanes de pura cepa, se caracterizaba por estar siemrpe reivindicando mejoras laborales (que en su mayoria podrian resumirse en mas dinero y menos trabajo) y con una sospechosa predisposicion a pedir la baja laboral por estress. Mi experiencia laboral durante los siete anos que me pase trabajando en Londres no fue muy diferente en ese aspecto. En la sede europea de la multinacional para la que aun trabajo y que se encuentra en las afueras de Londres, a mitad camino entre el aeropuerto de Heathrow y el nada humilde retiro estival de los monarcas en Hampton Court, se daban cita representantes de practicamente cada uno de los paises de la Union Europea, si excluimos Andorra y San Marino que ni son paises ni son na. Esta experiencia pan-europea me confirmo una verdad que ya sospechaba pero que no me habria atrevida decir alto. Y es que la realidad es que en Europa a nadie le gusta trabajar. Al menos a los europeos. Como no ibamos a precisar de mano de obra extranjera (a ser posible barata y ecuatoriana, mucho mas obediente y conformista ante los abusos del patron)! Y lo peor es que esos mismos trabajadores europeos, ciudadanos de a pie con alma de sindicalista unicamente a la hora de exigir a la patronal mejoras laborales e incapaces de presentarse como voluntarios a realizar ningun tipo de trabajo a menos que sea para participar en piquetes informativos- son los primeros en fruncir el ceno ante los esfuerzos del emigrante por buscarse la vida y trabajar en lo que sea para sacar adelante a su numerosa prole. Creo que con esas afirmaciones quedaron claras cuales son mis simpatias sociales. O por lo menos parte de mis antipatias, ya que lo cierto es que la patronal y el empresariado me produce la misma urticaria.
En esas reflexiones me encontraba mientras tomaba posesion de la tumbona en primera linea de la playa que para mi habia escogido el sonriente jovencito responsable de que no falte de nada a los Srs. clientes del hotel. Casualmente,el hotel Praiamar donde ha tenido lugar el evento se encuentra en la playa de Ponto Negro, la mas famosa de Natal y destino por excelencia de europeos de todos los colores y estratos sociales.
Como la tarde la tengo libre, aprovecho para ir a la playa y mezclarme con los turistas. Al lo largo y ancho de la playa abundan las piranhas, chicas locales, nativas nordestinas de piel morena por no decir negra, en su mayoria apenas adolescentes a medio desarrollar y cuyas formas curvas -muy superiores a lo que el europeo esta habituado a ver y tocar en sus mujeres europeas de nalgas tristes y con propension a la celulitis- se convierte en la principal fuente de divisas del Estado de Rio Grande do Norte. Las biscate como tambien son conocidas las piranhas, suelen pulular en parejas por la playa y a lo largo y ancho del paseo y se las puedes distinguir facilmente de las brasileiras turistas (en su mayor parte de Sao Paulo) por lo minusculo del tanga y los peinados y accesorios que lucen, poco aptos para la arena de la playa. El peinado de muchas de ellas es puro lujo, algo asi como un cruce entre los que lucia la mala de Dinastia y el de una afortunada ganadora de un concurso de misses en Bucarest. El objetivo principal de tales piranhas no es otro que exprimir a los turistas italianos que acuden en masa a esta parte de Brasil. Apenas ves mujeres, la mayor parte son grupos de amigachos, como aquellos grupos de ragazze que infestaban las playas de Ibiza en la epoca del acid-house. De hecho puede que se trate de los mismos, solo que ahora, diez o quince anos mas tarde ya se encuentran en su mayoria casados o separados y aprovechan las dos semanas libres de la custodia del hijo para recordar aquellas juergas de adolescente que nunca volveran. Es curioso que la mayoria de los italianos luce un look similar. Por un lado estan los ya habituales ligones sonridentes de pelo largo y grasoso, peinado hacia atras como si se tratara de un astro argentino del esferico o el mismisimo Conde Lequio. Por otro lado, y en no menor numero, se encuentran los calvos o rapados a cero por urgencias de la incipiente alopecia. Muchos de ellos pasean su palmito enfundados en bermudas floridas a juego con los inevitables tatuajes de arabescos con los que intentan dar un aire de juventud a unos cuerpos que sin duda ya han conocido epocas mejores. Francamente, no se les ve muy preocupados por esa decadencia fisica. De hecho son bien conscientes del irresistible sex-appeal de sus Euros a los ojos de las feminas locales. Aparte de los italianos estan, como no, los espanoles, grupo numeroso e inmediatamente seguido de algunos holandeses. Estos ultimos delgados y rubios y con una piel tan tostada que recuerda a la de un lagarto. A juzgar por el bronceado, imagino que deben de pasar largas temporadas lejos de la humeda Amsterdam, probablemente viviendo de las rentas o de la pension que el Estado les paga durante la baja laboral por estres. Ese es el deprimente panorama que me encuentro en Natal. Y lo peor es que una parte de mi no puede dejar de identificarse con ellos, feliz de encontrarme con compatriotas venidos de tan lejos.
Decido estirar un poco las piernas y caminar por el borde del mar para poder disfrutar y admirar la flora y fauna que puebla tan variado habital. Y es que no hay nada como la ecodiversidad. Al cruzarme con una pareja de jovencisimas piranhas un grupo de italianos que estan sentados y bebiendo junto al mar se dan codazos e incluso me sonrien al pasar, aceptandome automaticamente como miembro del clan de los machos. Les devuelvo una sonrisa complice mientras me sorprendo de lo feliz que se ponen solamente con ver a dos putitas adolescentes y desnutridas. Cobardemente les sonrio, como si yo tampoco tuviera escupulos y estuviera tambien deseando follarmelas. Al instante me averguenzo de mi falta de integridad y continuo caminando convencido de que en el fondo y muy a pesar de lo que querria, no soy mucho mejor que ellos. Pensando en el joven empleado del hotel responsable de las hamacas y en el modo en que me gano la vida, llego a la conclusion de que soy tan cutre como esos italianos y tan puta como las temibles piranhas.

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