sexta-feira, 14 de agosto de 2009

27 primaveras y ni una mas

Viernes dia 14 de abril. Hotel Ibis de Rio de Janeiro. El beso de Matt al despedirme para ir a trabajar me ha traido otros besos recibidos curiosamente tambien en el cuarto de un hotel Ibis.
Han pasado casi nueve anos desde aquella manana. Aquella fue una manana de primavera my parecida a esta. Nada hacia suponer que iba a ser diferente de cualquier otra. Por aquella epoca, yo aun vivia en Espana y mantenia una especie de relacion pasional con Luismi, un amigo de pandilla de aquellos interminables veranos de mi adolescencia.
Por azar nos habiamos reencontrado unos meses antes en el legendario Black & White en Madrid, garito que ya en aquella epoca estaba totalmente fuera de la ruta de moda del barrio de Chueca, pero que al que yo siempre terminaba volviendo, especialmente en dias de semana, atraido por su aire demode y definitivamente decadente. Aquel dia habia acudido solo tras mi cena semanal en el restaurante Lombok con Tono, Ricky y Edu, amigos valencianos que tambien vivian en Madrid. En el ultimo minuto habia decidido pasar para tomarme una ultima copa antes de irme a dormir a casa. A los pocos minutos de sentarme en la barra cerca de la entrada ya le habia descubierto sentado al fondo, frente a una de los monitores que emitian videos de la MTV sin volumen. Miraba con aire indolente, agarrado a un gin-tonic del que parecia haberse olvidado por completo, se le veia ausente y a anos-luz de las risas que estallaban a a su alrededor, risas provenientes de los parroquianos habituales, en su mayor parte profesionales de mediana edad tratando de negociar con el chapero argelino de turno un mejor precio para terminar la noche. Conversamos hasta el cierre del local y aun continuamos desayunando churros en San Gines.
Hacia el final de aquella semana ya estabamos viviendo juntos. Su mudanza habia consistido practicamente de una enorme maleta atiborrada de libros, en su mayor parte pesados libros de Derecho y Codigos Civiles. Desde aquel mismo dia dormimos juntos todas las noches, aunque no todas las noches dormimos.
Ese fin de semana yo habia sido invitado a participar como interprete en unas jornadas de economia en Salamanca organizadas por la Union Europea. El dia antes habia estado de cena y copas con la delegacion alemana (con las obligatorias visitas al templo del cochinillo asado seguido de show en tablao flamenco) mientras Luismi habia dedicado el dia para recorrer la ciudad y jugar video games en la consola de la habitacion del hotel Ibis en que nos alojabamos. Para cuando llegue a la habitacion ya hacia horas que dormia. Quizas por ese motivo el despertar a la manana siguiente fue mas pasional que de costumbre. Ese dia hicimos el amor con una intensidad inusitada, y conste que Luismi nunca habia sido muy apasionado en esos lances. Recuerdo que incluso percibi cierta urgencia en el acto, como si estuviera con prisa por terminar y dejar buen recuerdo antes de retirarse de la escena. Poco despues de acabar, tras el climax y la obligada pausa para el cigarro sin cigarro, tumbado boca arriba y con la vista perdida en las molduras de escayola del techo me dijo por la primera vez que era feliz. Ligeramente sorprendido, le mire fijamente sin decir nada. Tras unos minutos de silencio que dedique a estudiar detalladamente su perfil serio -el ceno ligeramente fruncido como esforzandose por atrapar algun recuerdo empenado en escaparse- comenzo a enumerar, con voz pausada las contadas ocasiones en que se habia sentido asi de feliz. Su voz sonaba metalica e impersonal. Sus recuerdos de momentos felices eran pocos y bien contados. Un pobre balance para sus 27 anos de existencia, pense. A cada recuerdo le acompanaba una especie de mueca entre triste y sarcastica, como diciendo, bueno, aquello ya paso y no dejo mas huella que estos pocos recuerdos que te estoy contando. Se rio tristemente al anadir que lo peor era que ya ni siquiera tenia garantias de poder conservarlos por mucho mas tiempo, pues con la distancia se volvian amarillentos e imprecisos. Me conto con detalle una tarde pasada en el Camping de El Saler con sus tios y primos (su madre habia muerto cuando el tan solo tenia 3 anos, a su padre nunca lo conocio). Jugaron a los indios en la pinada hasta bien entrada la noche, mientras los mayores jugaban a las cartas con los vecinos de parcela. Ese dia fue feliz. Aquella noche corrio tanto que a los pocos segundos de acostarse ya se habia quedado dormido en su saco de dormir en la enorme tienda de campana comprada en Andorra el verano anterior con espacio para 6 personas (un dormitorio separado para sus tios, el otro compartido con sus cuatro primos).

Entonces me miro fijamente sonriendo tristemente y me dijo, sabes? la felicidad no existe como tal, sino como la suma de diferentes momentos felices. Y yo he tenido pocos de esos momentos, por eso se que este -aqui y ahora- es el ultimo de ellos. A continuacion se incorporo y tras soltar una especie de gemido dijo que estaba muriendo de sed y que iba a bajar a la recepcion a comprar una botella de agua de litro para dejar en la pequena nevera de la habitacion. Los hoteles Ibis, para mantener sus tarifas competitivas dejan la nevera de la habitacion vacia, de manera que si quieres beber tienes que bajar primero a comprarlas al bar junto a la recepcion. Espere tumbado en la cama, disfrutando medio adormecido de eses minutos de relax. Cuando abri los ojos habia pasado mas de media hora y aun no habia vuelto. Como aun tenia que trabajar ese dia, opte finalmento por levantarme, fui directo a la ducha, dejando la puerta abierta para oirle caro entrara en la habitacion, termine de asearme, me vesti, e hice tiempo esperandole atento a los pasos que se oian por el pasillo del hotel que pudieran indicar su regreso. Su retraso en volver me daba muy mala espina y desconcertaba, haciendome sentir cada vez mas inquieto. Finalmente y con el corazon encojido decidi que no podia esperar mas y le escribi una nota rogandole que me llamase al movil pues no podia llegar tarde a la conferencia. Al pasar por la recepcion me dijeron que no habian visto salir a ningun chico con esas caracteristicas. Le llame desde el taxi y aun volvi a intentarlo varias veces durante la pausa para comer. Todo fue en vano. En su telefono movil me salia siempre la voz impersonal de la operadora invitandome a dejar un mensaje. La jornada fue pesada y la traduccion simultanea dificil. Recuerdo haber perdido la concentracion en un par de ocasiones y haber tenido que improvisar. Afortunadamente, ninguno de los presentes parecia demasiado interesado en la produccion lactea en los paises de la Europa del Este como para percatarse de mis errores.

Por la noche, al volver al hotel con el corazon en un puno y ansioso por ver si habia vuelto, fui recibido por una pareja de la Guardia Civil que me esperaba desde primeras horas de la tarde en la recepcion. Habian tratado de localizarme llamando por error al numero de telefono de casa en lugar de al movil.
Unos ninos habian encontrado su cuerpo en el fondo de un barranco a las afueras de la ciudad.
En aquel mes de abril yo vivi el amor y tambien vivi la muerte. Y el tiempo, con todos estos anos condenado a sobrevivirle, aun no ha conseguido amarillear su recuerdo. A decir verdad, su imagen, eternamente joven, nunca fue tan nitida como en esta manana de abril del ano 2009.

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