terça-feira, 21 de junho de 2011

Barcelona només es bona, si la borsa sona

No se puede decir que el tan esperado viaje de Matt a Barcelona haya comenzado con muy buen pie que digamos. Para empezar, su amiga Marina no podia ir a recogerle al aeropuerto porque ese mismo día llegaba de Marruecos, así que, como el aterrizaje estaba previsto para las 5 pm, no se les ocurre nada mejor que quedar en encontrarse a las 6 de la tarde en la Placa de Catalunya, donde el autobús de El Prat tiene la parada programada. Sí, estamos hablando del domingo pasado, el mismo en que se habían citado en el mismo lugar, según diversas fuentes de toda solvencia, más de 90.000 indignados. Cuando por la mañana hago mi repaso habitual a los diarios españoles digitales y me doy cuenta de la situación casi me da un patatús. Las probabilidades de encontrarse eran las mismas que si hubieran quedado enfrente del McDonalds de la avenida Paulista el Dia del Orgullo Gay, o sea, nulas.
Matt no habla ni jota de castellano, y mucho menos catalán, por eso le había pedido que se llevara anotado el teléfono de mi amiga Esther para quedar a tomar algo con ella un día o para llamarla en caso de emergencia. De repente me llega un email de Matt desesperado pidiéndome que me ponga en contacto con Marina, que no han podido encontrarse porque la parada había sido cambiada por motivo de la manifestación. Para más inri, al bajar del autobús se había dado cuenta de que había perdido la cartera donde tenía las tarjetas de crédito y los pocos euros que había cambiado.

Por fortuna, un alma caritativa encarnada en la persona de un catalán domiciliado en São Paulo y con el que había entablado conversación durante el trayecto se había ofrecido, de manera totalmente filantrópica, a pagarle un taxi hasta el carrer Muntaner donde esperaba encontrar a su amiga, ajeno al hecho de que en ese momento ella estaba esperándole en la parada del bus.

Como las desgracias nunca vienen solas, decide intentar llamar primero al móvil de Marina y después, a Esther, con el 1 euro y 50 céntimos que tenía en monedas, que era todo a lo que se reducía su dinero. En ambos intentos la llamada cae y la cabina se traga las monedas. Viéndose solo y sin dinero, en una ciudad desconocida y especialmente agitada, le queda como último recurso meterse en un hotel para pedir ayuda donde, tras explicar la penosa situación en la que se encuentra, le permiten usar Internet gratis y enviar los emais de emergencia, uno a mí y otro a su amiga.

El happy ending llega cuando Marina, que recibe emails en su Blackberry, le responde a los pocos segundos y acude rápidamente a su encuentro. Conociendo como conozco a los dos, me imagino que la escena del reencuentro 10 minutos despues no debe haber envidiado nada a las grandes escenas de reencuentros de la Historia, incluyendo el mi hermana Auro y mi madre en la entrada del British Museum, "Madre! Hija!!"segun relatado por Susana, testigo presencial de la emotiva escena hace algunos años, o el de Marco con su madre en Tucumán tras las múltiples penurias por las que tuvo que pasar en su periplo desde los Apeninos hasta los Andes y que, todo sea dicho, tanto sufrimiento innecesario nos causaron a toda una generación.

Después de ir a correr por el parque de Ibirapoera como suelo hacer muchas noches -por aquello de no hacer barriga, ya sabes- me pongo como musica de fondo, mientras me ducho, Catalunya Radio. Me estaba secando cuando me parece oírles hablar en castellano. Ya estaba pensando, joder, si fuese Radio Nou aún, pero aqui? Hasta ese punto hemos llegado! cuando me doy cuenta de que se trata del programa El Visitant y están haciendo llamadas telefónicas de cachondeo (lo que aquí se conoce como pasar un trote y en UK to make a hoax call). El simpático locutor esta llamando a Radio Nacional de España primero y al Ministerio del Interior después, haciéndose pasar por un empresario que, al oir hablar de la discusión a cerca de buscarle una nueva utilidad al Valle De Los Caídos -lugar fascinante donde los haya- está interesado en montar una pista de patinaje en la esplanada. La pista, explica, se llamaría El Valle de Las Caídas, y a continuación le pregunta al estupefacto interlocutor que que le parece la idea.

En ambas ocasiones le cuelgan sin mas ceremonias el teléfono confirmando el escaso sentido del humor de los españoles y que el horno no esta para bollos.

2 comentários:

  1. te leo, te leo...
    (y me gusta, claro!)

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  2. Pues lo del "Valle de las Caídas" me parece estupendo, un filón. !Qué poca imaginación y creatividad en los ministerios!

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