domingo, 12 de junho de 2011

Blue Valentine

You Always Hurt The Ones You Love canta el protagonista de Blue Valentine, la pelicula que al final acabe yendo a ver solo porque Matt decidio, en el ultimo momento, que tenia que limpiar y poner orden en su pequeno apartamento antes de hacer nada mas.
En principio ibamos a verla juntos, no por ser el Dia dos Namorados, que aqui en Brasil se celebra el 12 de junio en vez del 14 de febrero como en todo el mundo, sino porque lo protagonizaba Michelle Williams de la que los dos somos fans (bueno, todo lo fan que yo puedo llegar a ser). Como la pelicula la pasan en el Unibanco Arteplex de la Rua Augusta, decidimos encontrarnos en la Livraria Cultura de la Paulista a la salida del cine y mientras hago tiempo esperando a que llegue entro en la seccion de revistas y busco la Vanity Fair de Julio, revista a la que soy adicto desde hace 3 anos y que como siempre, sale un mes antes. Por algun motivo, el precio esta vez es R$22.90 cuando la ultima vez habia pagado R$29.90. Echo un vistazo a la estanteria y veo la misma revista por R$19.90. Como si no fuera suficiente, veo que a su lado tienen expuesto aun el numero del mes de junio, con Rob Lowe en la portada y veo que el precio de la etiqueta tiene marcado nada menos que R$49.90. A pesar de que ya estoy acostumbrado al baile de precios en articulos importados (la revista viene de los EEUU) nunca habia visto unas diferencias tan dispares, asi que le pregunto a la vendedora el motivo de los diferentes precios quien me explica que cada distribuidora fija su propio precio y que la revista en cuestion, la traen a Sao Paulo tres distribuidoras diferentes.
Esa es una de las locuras y, al mismo tiempo, mayores contradicciones de este bendito pais, los absurdos impuestos que llegan a superar el 70% del precio original a todo lo que venga de fuera, sean revistas, ropa, juguetes, articulos para el hogar o electronicos y que en lugar de favorecer la industria local, termina favoreciendo el contrabando y la picaresca, que no es poca por estos lares -la necesidad agudiza el instinto- y que acaba por penalizar sobre todo al ciudadano de a pie que no se puede permitir viajar hasta Miami, como hacen muchos, para hacer sus compras y volverse con las dos maletas de 40kgs a rebosar que las aerolineas permiten cuando el destino es Brasil, conscientes del potencial comprador de la clase media brasilera.
Cuando finalmente llega Matt, me dice que le habia encantado el sueter que le compre en Salvador y que le habia dado como regalo el dia antes por su 23 cumpleanos, que cae, casualmente, un dia despues del Dia dos Namorados. Como el tambien me queria hacer un regalo pero no sabia que comprarme ,ya que es dificil comprarle algo a quien ya tiene de todo y que ademas, como lo que mas me gusta es leer libros, y el no sabria cual comprarme, habia propuesto encontrarnos alli dentro y aprovechar para que eligiera uno. Contento como un nino con zapatos nuevos, me lanzo a la busqueda del que va a ser mi regalo y tras casi una hora de angustiosa indecision - ya que me llevaria varios a casa - me decido finalmente por The Complete Stories of JG Ballard prologado por Martin Amis. Como el precio se va un poco del presupuesto inicial le insisto en pagar la diferencia, a lo que se niega con vehemencia diciendo que no, que asi no tendria gracia. Antes de pedir que lo envuelvan para regalo me escribe una dedicatoria y me pide que no la lea hasta que haya llegado en casa.
Mi amigo Gunder llego la semana pasada de Valencia y se esta quedando estos dias en casa mientras busca apartamento y una planta baja para el negocio de importacion de marmoles que esta montando aqui junto con otros socios valencianos (uno mas de los muchos que estan llegando a estas tierras tupiniquins impulsados por la crisis economica de una Espana que se hunde y que parece no tocar fondo, y que esta obligando a los mas emprendedores - o los mas desesperados, segun se mire - a emigrar a Alemania, Pepe o a buscar nuevos mercados emergentes. Estos ultimos, buscando su Eldorado particular y confiando en deslumbrar de nuevo a los indigenas con sus espejitos y baratijas a cambio de oro como ya hicieran nuestros antepasados varios siglos antes. Me llama al movil para preguntarme si estare a casa para cenar, pues ha ido al Mercado Municipal y comprado un pescado estupendo para hacernoslo a la plancha. Lo cierto es que como no lo he visto en todo el fin de semana, ya que he estado durmiendo en casa de Matt y me siento un poco culpable por hacerle tan poco caso, le digo que si , que ire a cenar sobre las 8 y media.
Mientras cenamos en el balcon, le pregunto como ha ido su dia y me cuenta que bien, pero que aun estaba un poco alucinado porque por la manana habia bajado a desayunar a la padaria que hay en frente de casa, y que al volver diez minutos mas tarde se habia encontrado con todas las luces y la TV, que habia dejado encendidas al salir, ya que era subir y bajar, apagadas y que la puerta del balcon estaba cerrada, cuando el recordaba claramente haberla dejado abierta.
Me cuenta que el cree en la existencia de fantasmas y que en sus viajes por Africa y Asia habia tenido mas de un encuentro inexplicable que un dia me contaria caso tuviese interes por oirlo, y que al encontrarse el piso de esa manera, estaba convencido de que habia sido una senal enviada desde el Mas Alla por un amigo suyo enfermo desde hace algun tiempo de un tumor cerebral y que, al llegarle la hora, habia decidido informarle de su marcha de esa guisa.
Por algun motivo, al verlo tan convencido, decidi no contarle que esa manana, al despertarme en casa de Matt con dolores intensos en el cuello, habiamos decidido ir al medico de Urgencias que hay en la Avenida Ibirapoera, muy cerca de casa, y que, como no llevaba conmigo la cartilla del seguro, habia tenido que pasar rapidamente por casa para cojerla. Tras entrar y encontrarme las luces y la tele encendidas sin nadie en casa, las habia apagado antes de salir.

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